Los orígenes de la capital de Sudáfrica, Johannesburgo, se remontan a la época de la fiebre del oro del siglo XIX, lo que le ha otorgado un reconocimiento internacional por ser la “ciudad del oro”. Lo que fue en el pasado una ciudad decadente e incluso peligrosa, ahora es motor de la cultura regional con excelentes galerías, museos y una vida nocturna dinámica y cosmopolita. Viajar a Johannesburgo es una oportunidad para conocer los antiguos “township”, convertidos ahora en museos, donde se muestran los horrores del Apartheid. Por otro lado, es punto de partida para explorar las reservas naturales del norte de Sudáfrica.
Al visitar Johannesburgo, el pasado turbulento que anida en algunos suburbios y museos de la ciudad, se convierten en punto de partida para conocer lo que fue la dura y constante lucha contra el Apartheid. El suburbio del sur de Soweto muestra lo que fue vivir en aquellos tiempos de segregación racial, y la Casa de Mandela, Museo del Apartheid o la Constitution Hill, donde retuvieron a Mandela y Gandhi, ofrecen una descripción de la historia de Sudáfrica.
Sin embargo, en los últimos años, la decadencia de la ciudad dio paso al desarrollo de la cultura y arte regional. Ahora barrios como el de Maboneng o Newtown Cultural Precinct, se han convertido en zonas bohemias y cosmopolitas, repletas de restaurantes y cafés, además de ser centros de arte. Cuando viajes a Johannesburgo, podrás comprobar la gran reputación artística de sus excelentes museos repletos de muestras de Picasso o Monet, así como de grandes obras del arte africano.
El turismo en Johannesburgo viene fomentado por la variedad excepcional de actividades de ocio para toda la familia, desde el popular zoológico hasta el Gold Reef City, una antigua mina de oro transformada en parque temático. Además, conocer Johannesburgo significa disfrutar de la fauna única de Sudáfrica a través de impresionantes reservas naturales como la de Lion Park.