A sólo veinte kilómetros de España y bañada por las aguas del Estrecho de Gibraltar, la ciudad costera de Tánger ha servido como puente entre Marruecos y Europa. Los imperios bereberes, fenicios y romanos han escrito la historia milenaria de esta ciudad, que alcanzó la fama internacional en los años 60, atrayendo a intelectuales, celebridades y artistas de Europa. Hoy, esta bella ciudad blanca destaca por su pintoresca medina y su Ville Nouvelle, repleta de hermosas plazas y rodeada de largas playas de arena dorada. Además, es punto de partida para visitas los pueblos teñidos de blanco que dominan la costa marroquí.
A pesar de ser el nexo entre Marruecos y Europa, conocer Tánger sigue siendo una oportunidad para disfrutar del tradicional encanto marroquí presente en la vieja Medina, cuyas callejuelas repletas de blancos edificios de influencia marroquí y colonias esconden pequeñas pero hermosas plazas ideales para tomar el té. Al visitar Tánger, quedarás impresionado por el Kasbah, un mágico recinto amurallado de calles empedradas repleto de mercados de artesanía tradicional.
En contraste, su Ville Nouvelle refleja una clara influencia francesa y española de la época colonial. Y su plaza principal, el Gran Zoco, está rodeado tanto de tiendas europeas como de puestos tradicionales marroquís.
Sus playas siguen siendo motivo de turismo en Tánger. Es un destino muy popular entre las familias y habitantes marroquís. Además, la costa de los alrededores esconde la famosa Cueva de Hércules y alberga playas vírgenes idóneas para practicar kitesurf o windsurf.
Cuando viajes a Tánger, el gran patrimonio religioso del que goza la ciudad, tanto mezquitas como gran variedad de templos cristianos e iglesias, son el ejemplo de una ciudad multicultural. Al viajar a Tánger quedarás encandilado por la mezcla de influencia judía, cristiana y morisca que habita en los templos y calles de la ciudad.