El punto medio entre Cádiz y Sevilla se llama Villamartín. Este pueblo, localizado en el corazón de la Sierra de Cádiz, cuenta con orígenes que se remontan a la Prehistoria, pasando por las culturas romanas y musulmana. Como típico pueblo blanco de Cádiz, en los viajes a Villamartín podremos disfrutar de sus casas encaladas, sus patios escondidos y sus callejones decorados con flores. El casco medieval destaca mucho entre el turismo rural por estar lleno de palacios y casas señoriales, y forma parte de la Ruta de los Pueblos Blancos.
Al visitar Villamartín podremos disfrutar del Parque Natural de la Sierra de Grazalema y del Parque Natural de los Alcornocales, así como de las actividades que este entorno ofrece. Todos aquellos que quieran conocer Villamartín pueden incluir en su ruta el rincón más fascinante: el Dolmen de Alberite, un complejo funerario organizado con piedras monolíticas que, habiendo sido datado del año 4.000 a.C., es uno de los dólmenes más antiguos de España. Le acompaña el Yacimiento de Torrevieja, fechado sobre la misma época y que contiene restos fenicios e íberos. Además, para aquellos que quieran profundizar en su historia, al hacer turismo en Villamartín se puede acceder al Museo Histórico del municipio, donde se exponen multitud de objetos recogidos desde tiempos ancestrales.
Viajar a Villamartín supone disfrutar de su casco histórico, sus plazas soleadas con palmeras y naranjos y de su arquitectura. Entre los monumentos más destacables se encuentra la Iglesia de Santa María de las Virtudes, del siglo XVI y famosa por su monumental pórtico de mármol. En la pintoresca Plaza del Ayuntamiento, que está rodeada de casas nobles, preside la Iglesia de las Angustias, del siglo XVII con retablos barrocos en su interior.