El corazón vikingo del sur.
Port Láirge, como se llama en gaélico, fue y es una ciudad vital, dinámica, inquieta en cultura y en industria, emprendedora y aventurera, como lo fueron los vikingos que la fundaron a la orilla del Suir allá por el siglo IX. Conquistada por los ingleses un siglo después y sabedores de su importancia estratégica y comercial, regalaron abundancia y prosperidad a la ciudad, con una fábrica de moneda y mucho más adelante con otra de cristal que la han mantenido en lo más alto de las ciudades del sur de Irlanda.
La cultura floreció gracias a los contactos comerciales con los ingleses, que en esa época estaban bien vistos por las riquezas que traían a la ciudad, y de lla salieron bravos marineros que fundaron colonias en Terranova.
Pasear hoy por la ciudad nos da una idea de la grandeza de aquellos tiempos, sobre todo cuando nos acercamos a admirar los restos de la French Church, una abadía franciscana de la que sólo quedan las paredes y las ventanas, o la Catedral de Christchurch, levantada sobre una catedral gótica que a su vez sustituía a una iglesia vikinga.
Hacia la costa encontramos barrios de gran sabor marinero e incluso un monumento a los habitantes de Waterford que murieron valerosamente en la Primera Guerra Mundial.
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