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Volcan Iztaccíhuatl

14 opiniones sobre Volcan Iztaccíhuatl

En la en la panza de la mujer dormida.

El Iztaccíhuatl es la tercer montaña mas elevada de México con sus 5220 msnm (metros sobre nivel del mar). Está ubicada entre el Estado de México y Puebla.

Para llegar al glaciar es necesario tener una buena condición física y superar el mal de altura aclimatando una noche antes. Después de disfrutar de las vistas panorámicas del volcán Popocatépetl que se logran desde este punto, es momento de seguir hacia la cumbre.

La ruta de ascenso que nosotros escogimos en noviembre de 2013, se empezó de "La Joya" y son 7 Km hasta la cumbre. 14 horas fue el total de marcha.

Una gran aventura subir el volcán, muchas horas de esfuerzo con hermosas vistas.

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Un día en el Izta

Un amigo Austriaco me invito a hacer un paseo a este bello lugar en el 2011. Siempre lo había apreciado de lejos desde el D.F. y confieso que la caminata hacia el costado de este monumento de la naturaleza no es nada fácil, pero valió todo el esfuerzo y hasta el sangrado de nariz que sufrí a raíz del frío y la sequedad que sufría en una de mis fosas nasales.

Cumbre a los 26

A la montaña hay que respetarla, el montañismo, más que un deporte es un ritual, una conexión con la naturaleza, al momento de ascender comienzas a crear una comunicación entre la montaña y tú, se dice que cuando la montaña te acepta como parte de ella te asigna un nahual, así es; un Dios protector en forma de animal asignado por la montaña, el mío es el águila, la primera vez que subí una montaña fue hace 4 años en el cerro de Chalcatzingo Morelos, ese día al llegar a la cima un águila se paró frente a mí cosa extraña, pues esas aves no suelen volar tan bajo y mucho menos acercarse tanto a las personas, desde ese momento supe que la montaña me había dado permiso para caminarla. Desde hace 4 años comencé a interesarme más y más en caminar montañas y volcanes, en unos lograba la cumbre, en otros me quedaba a mitad de camino, hace un año intenté por primera vez llegar a la cumbre del Iztaccihuatl comenzando desde la Joya, el camino de ascenso hacia el refugio de los 100 ubicado a 4,500 pies de altura aproximadamente lo comenzamos a las 2 de la mañana, caminar la montaña de noche ha sido una de las experiencias más maravillosas que me han sucedido, el ascenso duró aproximadamente 5 horas con 4 pequeños descansos de 15 minutos cada uno, a las 7 de la mañana llegamos al refugio de los 100 cansados agotados pero con muchas ganas de seguir nuestro camino hacia la cumbre, mi espíritu y mis ganas de seguir adelante estaban intactas, sin embargo mi cuerpo se sentía mermado, ahí comprendí que no era mi momento para llegar ese día a la cumbre, que la volcana no me estaba dando ese permiso para continuar mi camino. Mis amigos continuaron y yo un tanto frustrada me quedé en absoluta soledad a reposar en el refugio, cuando me sentí mejor salí un poco y el silencio llenaba mis oídos, la vista no me alcanzaba para contemplar más allá del horizonte, las nubes estaban a mis pies y mi estado de contemplación absoluta me permitió llegar a la reflexión profunda, en ese momento comencé a comprender que la cumbre no es aquel punto más alto de la montaña, sino el lugar a donde llegas dando tu máximo esfuerzo. Ese fue el aprendizaje de ese ascenso.

Un año después de esta experiencia regresé con la mentalidad de disfrutar aún más el camino y aceptar el aprendizaje que me regalara esta nueva experiencia; y claro de aceptar con completa humildad mi cumbre sea cual fuere.
Este camino lo comencé el 3 de abril del 2015, 3 días antes de mi cumpleaños número 26, el prímer día pernocté junto a mis compañeros de viaje en la joya y comenzamos el ascenso a las 7 de la mañana para lograr estar a medio día en el refugio de los 100, el plan era quedarnos a disfrutar el día ahí, dormir en el refugio y comenzar el ascenso a la cumbre a las 4 de la mañana del siguiente día. Pero un vez más, mi cuerpo comenzó a sentirse mal una vez que llegamos al refugio, mi amigo y guía en todo momento me recomendó que durmiera, descansara y que no subiera una vez más si es que seguía igual llegada la madrugada.
Y así fue dormí descansé y no hice esfuerzo alguno durante todo el día comenzando a resignarme a que una vez más mi ascenso a la cumbre se vería una vez más frustrado. Anocheció y todos los que se encontraban en el refugio comenzaron a dormirse, yo decidí salir un poco a tomar aire fresco y a intentar reflexionar, porqué una vez más no iba a poder realizar cumbre, me senté en una roca pero el frío me obligó a regresar al refugio y justo cuando me paré para regresar y ya le había dado la espalda al Popocatepetl, el crujir de la tierra me hizo voltear una vez más pues éste había soltado una enorme fumarola con lava y roca, volteé me quedé a contemplar este espectáculo y cuando el sonido provocado por dicha erupción cesó, comenzó a escucharse la chilla de un águila e inmediatamente apareció volando al horizonte una, yo no podía creerlo,¿qué hacía un águila volando en la noche? ¿porqué pasó justo frente a mí? mi sorpresa se convirtió en tremenda alegría y agradecimiento, la montaña quería comunicarse conmigo, me había mandado nuevamente a mi nahual para cuidarme.
Extasiada por lo que había visto regresé al refugio con mis amigos con la intensión de contarles lo que me había pasado pero ya todos dormían así que hice lo mismo.
Llegada la madrugada todos los que se encontraban en el refugio comenzaron a alistarse para comenzar su ascenso yo me desperté y me percaté de que el malestar que había sentido la tarde y noche anterior había cesado; se lo comenté a mi amigo y guía y me dijo que si me sentía segura que hiciera el ascenso pero que en cualquier momento que me volviera a sentir mal se lo hiciera saber y que no hiciera ningún esfuerzo extra que mi cuerpo no pudiera soportar, así lo hice.
Comencé el ascenso junto a mis compañeros los cuales en todo momento cuidábamos el uno del otro, acompañábamos nuestros pasos, y esperábamos a los que se atrasaban, cantábamos en el camino y de vez en cuando nos deteníamos a contemplar el paisaje para volvernos cómplices de los sentimientos que nos provocaba contemplar todo aquello que la naturaleza nos regalaba.
Así pasaron 4 horas de camino entre risas, paisajes y cansancio extremo hasta llegar a la cima, mi emoción iba más allá de los 5 sentidos y el ver a mis compañeros de camino celebarar la cumbre a mi lado me hizo sentir aún más afortunada, pero ese era sólo la mitad del camino pues me había olvidado que aún faltaba el camino de regreso y este ahora iba a ser hasta la Joya sin parar en el refugio.
Las 9 horas de camino de regreso fueron las más sufridas, el dolor que se siente en las rodillas es indescriptibles, el peligro es aún mayor que en el ascenso si se da un paso en falso y el cansancio es demoledor, sin mentir puedo decir que nunca sentí mayor alivio en mi vida que cuando vi cerca el paraje de La Joya.
En este viaje no sólo logré superar mi propia cumbre, el Iztaccihuatl me había permitido llegar a la suya, aprendí que la cumbre siempre está ahí para los que saben ser pacientes y necios. que lo difícil no es el ascenso, sino todo lo contrario, el descenso siempre es lo más cansado, difícil y doloroso.
Pareciera que desde la primera vez que la caminas una montaña tus pies echan raíces e inevitablemente formas parte de ella, la respetas, la admiras y amas todo lo que te regala, no importa el sudor, el cansancio, el mareo o el llamado mal de montaña; siempre regresas porque ella te llama y te acepta. Por si fuera poco te hace consciente que en este mundo, aunque llegas solo; siempre necesitarás del que camina a lado tuyo para llegar a la cumbre.
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Información Volcan Iztaccíhuatl