Miguel Egido
Un mirador de lujo y experiencia imprescindible
Era mi primera vez en globo y pese a que tengo algo de vértigo, recomiendo a todo el mundo el vivir la experiencia de elevarse con el único sonido del viento y el intermitente quemador de gas de la propia cesta del globo.
Fue una pasada rozar por momentos las copas de los árboles, una de las lagunas del corredor verde y divisar el amanecer desde los más de 600 metros de altura a los que llegamos.
¿Lo mejor y más divertido? El "aporrizaje"! Y por supueso el bautismo y el champagne con el que nos rociaron nombrándome en mi caso "Príncipe de los cumulonimbos", jeje.
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