Ver a un animal de más de veinte metros de largo a pocos centímetros de distancia es inolvidable.
Acabo de tirar mis maletas en la sala de mi casa, llegué cansado pero feliz, sin energías pero renovado y totalmente satisfecho con mi viaje.
Regreso de hacer una corta correría de cuatro días por el Pacífico colombiano, conocí Bahía Solano, Nuquí y la ensenada de Utría, sin duda una experiencia maravillosa.
Disfruté del mar, de la playa, de la naturaleza y del silencio, pues viajar a estas poblaciones colombianas es desconectarse del ruido de la ciudad, del estrés del tráfico, de la tecnología y por qué no, hasta del calendario. Es un lugar lleno de paz y tranquilidad donde puedes tumbarte en una hamaca, respirar profundo, olvidarte del mundo y disfrutar de las diferentes sinfonías que tocan en coro miles de pajaritos que vuelan sobre las olas del mar y entre las copas de los árboles.