Un retorno al pasado
La capital de la Tuscia, origen casi único de la civilización etrusca, tiene en su núcleo histórico un tesoro que han sabido conservar a lo largo de los siglos, con una muralla medieval que ha mantenido la parte moderna e industrial lejos del centro histórico, impidiendo la contaminación arquitectónica.
Viterbo es, históricamente hablando, el punto de partida ideal para visitas y excursiones con interés arqueológico e histórico, como los caminos que se ramifican a lo largo del trazado de la Vía Francígena. Ésta última fue recorrida durante siglos por los peregrinos que partiendo del norte se dirigían a Roma. Los mismos peregrinos que dejaron abundantes riquezas a su paso, ya que la ciudad fue parada obligatoria por su carácter de residencia papal a partir de 1255. Grandes edificios pertenecientes a familias de rancio abolengo, torres que emulan las gigantescas de San Gimignano y que ahora son Bed & Breakfast. Pequeñas plazas con iglesias escondidas o huertos con frutas y plazas que en su humedad crían setas. Restos de cadenas y ataduras para caballerizas e imágenes del esplendor papal.