Donde comería Garibaldi
Don Lisander es un canto a la unidad de Italia. No solo respeta la cocina del país transalpino, a diferencia del 90% de italianos de Madrid, sino que también ofrece lo mejor de la gastronomía regional.
Los Cannoli sicilianos que montan en tu mesa se llevan genial con la bresaola alpina. Y las pizzas, de lo mejor de la carta, emulan muy bien a las finas y crujientes de Roma. Su forma rectangular no es habitual fuera de las Tavole Calde pero aquí se aprecia como una originalidad. Además se sirven sobre tabla de madera para evitar el rechineo de dientes que se suele sufrir en cualquier Tagliatella.
Desde fuera puede no parecer gran cosa, pero al entrar te transportas a la típica osteria italiana, pequeña y acogedora. Quizás, si no está muy llena la sala uno se sienta un extraño en casa ajena, pero cuando se llena, que se llena rápido (reserva obligada) da una sensación muy hogareña.
Si acaso se echa en falta, si echamos de menos Italia, el horno de piedra tan habitual allí. Pero eso se suple con el excelente producto: speck, gorgonzola, albahaca fresca (que sería mejor si no se metiese al horno) risotto arborio y bufala.


