Experiencia del siglo IX
Todo empezó con un pequeño embarcadero de apenas 120 metros de largo allá por el siglo IX. Entonces, Hamburgo contaba con apenas 200 habitantes y una voluntad férrea de enriquecerse con el floreciente comercio a distancia que ya se movía por el Báltico y el Atlántico,
El siglo XII y el emperador Federico Barbaroja reconocieron los esfuerzos hechos por los ciudadanos para fortalecer su comercio marítimo y les premiaron con el privilegio de navegar libres de aranceles aduaneros a lo largo del Elba y casi todo el Mar del Norte. Posteriormente la Liga Hanseática aumentó dichas prerrogativas, haciéndolas extensivas a Inglaterra y Flandes, con sucursales en Londres, Brujas, Amsterdam y Escandinavia. El puerto experimentó una mejora notable en el siglo XVIII con tres grandes astilleros, fabricantes de aparejos y anclas de la mejor calidad.