Modernidad versus antiguedad
Desde siempre, la antigua Torre de Clará, fue una población volcada al mar, y del mar obtuvo las riquezas de una pesca que parecía inagotable y de un intenso comercio que supo aprovechar gracias a la estratégica situación de su estupendo puerto, localizado a sólo 12 kilómetros de Tarragona y 80 de Barcelona.
Pero claro, la llegada del tren y de los nuevos medios de transporte terminaron con esa fabulosa riada de riquezas y con ello la villa se sumió en un letargo que sólo consiguió eliminar de un plumazo la aparición del turismo.
Ese turismo que fue culpable de la desaparición del núcleo medieval y que hoy visita lo poco que queda de él, y se dirige sólo a los hoteles que pueblan la costa.