Roberto Gonzalez
Centinela de Bergen
Un poco alejada del centro de la ciudad, pero a dos pasos de la colorida e histórica Bryggen, surge ante nosotros una torre fortaleza con aires más europeos que escandinavos.
Por un momento podríamos pensar que estamos en las tierras altas de Escocia, pues de ahí vinieron los albañiles y canteros que acudieron a la llamada del señor feudal Erik Rosenkrantz para levantar una pequeña fortaleza que incluía esta torre-residencia que desde lejos llama nuestra atención.
No lo pensamos dos veces y decidimos entrar a la torre para conocer su historia y disfrutar de las vistas que nos ofrecía desde su cima.
La entrada lleva a una antesala donde aún se ven los agujeros de las cadenas que movían el puente levadizo que permitía el acceso a la torre.
El sótano fue probablemente usado como almacén de mercancías, y con toda seguridad, en algún momento como calabozo, donde eran recluidos los enemigos más peligrosos de la ciudad.
Seguimos subiendo por la escalera de caracol que nos lleva a una sala de la guardia, una capilla, varias alcobas, la llamada Sala de los Señores e incluso un "ático" para cañones desde el que disparar en todas las direcciones.
Una vez llegados arriba disfrutamos bajo la vigilancia de una pequeña torre con una cúpula en forma de bulbo, de una espectacular vista sobre la ciudad, el puerto y el resto de las fortificaciones que conforman el bastión de Bergen.
Toda la estructura fue completamente restaurada tras la Segunda Guerra Mundial, ya que la torre fue depósito de pólvora durante la contienda, y el destino quiso que en 1944 un barco de municiones alemán estallara en el puerto frente a la torre, dejándola prácticamente destruida.
Salimos de la torre satisfechos de conocer un poco más sobre la rica herencia patrimonial de la espectacular Bergen.
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