Alicia Ortego
Por las calles de Tombuctú
Tombuctú fue el más importante centro caravanero de las rutas del comercio transahariano entre el Golfo de Guinea y el Mediterráneo.
Desde siempre ejerció una fascinación especial entre los viajeros, historiadores y conquistadores europeos, que llegaron a creer que sus calles estaban pavimentadas de oro, una ciudad llena de riquezas y promesas de Paraíso... Claro, esta no era la realidad, y además el camino para llegar a ella estaba lleno de obstáculos. Remontar el Níger desde su desembocadura ya era toda una proeza, sobre todo por la malaria, para la que no encontraban cura (hasta que se descubrió la quinina).
Por aquí pasó el gran viajero Ibn Battuta, árabe-andalusí, en 1353, y aun se conserva la casa donde se alojó, con una placa en la puerta y una piedra grabada donde se da testimonio.
Quizá por eso después se quedó como una ciudad que decepciona... Y nada más lejos de la realidad, al menos para mi y los que me acompañaban.
Hoy es reconocida como Patrimonio de la Humanidad. Allí se guardan miles de manuscritos antiguos, incluso del s. XIII, que versan sobre asuntos religiosos, comerciales, científicos... Hoy se está construyendo (o ya ha sido terminada, pues estuve en el 2008 y las obras estaban avanzadas) una gran biblioteca donde poder conservar y consultar esta gran riqueza, testimonio de la importancia de la ciudad en tiempos pasados.
Te puedes encontrar curiosidades como un bidón de la Werchmat de 1942, ahí es ná... En una esquina de una calle... O al doblar una esquina, los alumnos de una madrasa están sentados a la sombra, con el maestro al frente, escribiendo suras del Corán en sus tablillas de madera. Este es el método de enseñanza que siglo tras siglo se mantiene en muchos lugares islámicos... Las tablas se escriben, se borran, y se vuelven a escribir, hasta que los alumnos se aprenden el Corán.
Tombuctú no nos deja indiferentes, nos sentimos acogidos y fascinados por su arquitectura, sus gentes -tuareg en su mayoría-, la llamada a la oración al atardecer.. Y nos vamos convencidos de que mantiene su magia de antaño, aunque algunos se empeñen en afirmar lo contrario.
Quizá por eso después se quedó como una ciudad que decepciona... Y nada más lejos de la realidad, al menos para mi y los que me acompañaban.
Hoy es reconocida como Patrimonio de la Humanidad. Allí se guardan miles de manuscritos antiguos, incluso del s. XIII, que versan sobre asuntos religiosos, comerciales, científicos... Hoy se está construyendo (o ya ha sido terminada, pues estuve en el 2008 y las obras estaban avanzadas) una gran biblioteca donde poder conservar y consultar esta gran riqueza, testimonio de la importancia de la ciudad en tiempos pasados.
Te puedes encontrar curiosidades como un bidón de la Werchmat de 1942, ahí es ná... En una esquina de una calle... O al doblar una esquina, los alumnos de una madrasa están sentados a la sombra, con el maestro al frente, escribiendo suras del Corán en sus tablillas de madera. Este es el método de enseñanza que siglo tras siglo se mantiene en muchos lugares islámicos... Las tablas se escriben, se borran, y se vuelven a escribir, hasta que los alumnos se aprenden el Corán.
Tombuctú no nos deja indiferentes, nos sentimos acogidos y fascinados por su arquitectura, sus gentes -tuareg en su mayoría-, la llamada a la oración al atardecer.. Y nos vamos convencidos de que mantiene su magia de antaño, aunque algunos se empeñen en afirmar lo contrario.
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