Durante mi primer viaje a Chicago, a...
Durante mi primer viaje a Chicago, a finales de los 80, uno de los puntos principales de interés turístico era precisamente esta escultura del malagueño Pablo Picasso. No por sus valores artísticos, que obviamente los tiene, sino por la polémica que envolvió su ubicación en la Daley Plaza, frente al City Hall, el ayuntamiento, sede del poder político de la ciudad. La mentalidad de la época todavía no digería el hecho de que una escultura en un lugar tan emblemático y serio no obedeciera a los estrictos cánones del arte clásico.
Veinte años después, es una satisfacción comprobar que ese trauma ha sido completamente superado y que El Picasso, que es como se le denomina popularmente, se ha integrado perfectamente y sin ruptura en el paisaje urbano hasta el punto de que casi, casi, parece no estar allí. La escultura, de hierro fundido y de grandes proporciones, representa la imagen de una mujer, que a mi me recuerda una de la Meninas. Cerca, a apenas cincuenta metros, hay otra escultura más modesta de otro
español universal, en este caso, de Joan Miró.