The Frick Collection

Es una cita ineludible para todo aquel que quiera conocer la Manhattan del Arte. Está situada en el número 1 East de la calle 70th, justo enfrente del Central Park.

Es la antigua mansión de Henry Clay Frick y es una de las pequeñas colecciones de arte más interesante de toda la ciudad. El Sr. Frick fue un magnate de la metalurgia, quien se trasladó desde Pittsburgh a vivir en Manhattan en el año 1913 e hizo construir esta increíble mansión.

Después de su muerte en 1935, ésta fue restaurada y refaccionada como museo. Muchas de las obras de arte entre las que encontrarás pinturas, esculturas, piezas de porcelana, muebles, alfombras, etc. Dicen que se encuentran aún en la misma forma que su dueño había dispuesto.

"El jinete polaco", el enigmático cuadro atribuido a Rembrandt, nos llevó a visitar este pequeño museo neoyorquino; además une dos de nuestras pasiones, ya que da título una obra de Antonio Muñoz Molina.

Es un museo imprescindible, ya solo por los tres Vermeer situados junto a la escalera. Una casa museo, que ha conservado su carácter de residencia familar, habitaciones, mobiliario, ventanas que se abren al jardín, y donde podremos admirar a los grandes maestros europeos, Ingres, Liotard, Gainsborough, Van Dyck, Hals, Tiziano, El Greco, Holbein, Rembrandt... y entre ellos al único estadounidense que Henry Frick consideró a su altura: Wistler, y a Gilbert Stuart, elegido por su retrato de George Washington.

Podría decirse que es el mejor museo de N.Y. Y un gran desconocido, aunque aparece en las guias mas populares; es perfecto para visitarlo en una mañana distentida y sin los apuros y el cansancio de ver el MOMA o el METROPOLITAN, tiene además una audiogía en español magnífica; hay cuadros dentro famosísimos, como el retrato de Santo Tomás Moro, el Jinete Polaco o el único retrato de monarca hecho por Velazquez que está en EEUU; está al lado de Central Park, así que antes o luego podemos hacer un paseíto si el tiempo lo permite.

La colección de Goyas esta bastante bien y la verdad es que el museo me impresionó mucho. Mi error fue ir un viernes (?) porque es gratis y claro... estaba hasta arriba aunque solo dejan a cierto numero de personas estar ahí a la vez. Cuando llegue y vi la cola me dieron ganas de irme pero va muy rápido y desde luego vale la pena, solo eso, esperad mucha gente hablando.

Otra parada para los amantes del arte en Nueva York. ¡Me encanta!