Templo Zojoji

El templo Zojoji está situado por detrás de la Tokyo Tower, lo que hace que la vista desde el mismo sea muy pintoresca, sobre todo por la noche con las luces de la torre iluminando el tejado del templo que apenas se ve.

Durante el día veremos modernos taxistas que por unos 600 yenes nos llevarán desde la estación de Hamamatsucho o Daimon en bicis con batería y con capota, incluso nos darán una manta en el caso que el tiempo refresque. Se esforzarán por contarte cosas en inglés, aunque lo cierto es que los que me han tocado a mi sabían más bien poco. También te acercan hasta la Tokyo Tower si pagas un poco más.

Este templo es muy famoso ya que su proximidad a la Eiffel tower lo hace perfecto para visitar en el mismo momento del día.

Sus colores rojizos le dan un toque maravilloso y armonioso con la torre y a la noche, si llevas una gran cámara puedes hacer fotos espectaculares.

Cuando estuvimos, había un gran silencio (mayor que el que tendrás en la ciudad de Tokyo), y es que a la derecha del templo podemos encontrar los jizos (deidades guardianas de niños que las familias dedican para el crecimiento y bienestar de los peques o en honor de niños fallecidos o abortos :( )Para proteger a estos, como podéis observar en las fotos, la gente los viste con gorros, molinillos de viento y alguna ropa estilo babero.

Situado muy cerca de la famosa Torre de Tokio. En este templo hay multitud de estatuas de Jizō, una divinindad japonesa encargada de proteger las almas de los niños que no han nacido y de los que han muerto muy pequeños. El templo y el parque en el que esta pilla de camino hacia la estación metro, por lo que no hay escusa para no pasar por él. Es importante ir de día, ya que por la noche el recinto del templo no esta iluminado y sería muy difícil poder disfrutar de la inmensa cantidad de esatuillas que hay. El plan ideal sería verlo hacia la tarde, hacercarse a la Torre de Tokio para ver el atardecer

Es sin duda una de las visitas obligadas, ya que no solo ves el templo, sino también la magnífica Torre de Tokio.

En nuestra visita, sin tener constancia de ello, nos encontramos con un festival (característicos de los veranos japoneses) en dicho templo.

Fue una experiencia única, ya que pudimos disfrutar de sus bailes típicos, comprar comida en los puestos que había, y ver cómo disfrutaban y se divertían los japoneses.

En definitiva, uno de los recuerdos imborrables del viaje.