Cris Aragones
Un lugar para repetir
Un día frío de febrero, estábamos de visita por Tarragona y habíamos leído unos 10 menús de diferentes restaurantes, sin satisfacernos. De repente en un callejón adyacente a la plaza, vimos un pequeño restaurante acogedor y cuco. Era un taller de cocina donde a parte de ser restaurante, se ofrecen clases de cocina. Los platos eran innovadores y super ricos, y lo más sorprendente para un restaurante de cocina creativa: te dejaban llenísimo. El precio del menú era menos de 20 Euros, al mediodía entre semana. Merecía la pena por la calidad, el detallismo y lo buenos que estaban los platos.