E.Sonia Requejo Salces
Aldea djiboutiense
Con los ojos cegados por la intensa blancura que produce el lago salino, partimos por carretera, en paralelo a los bordes del desierto ves algunos camellos cargados de sacos de sal.
Su camellero a pie, con el bastón tras los hombros del que cuelgan, tanto sus muñecas, así las descansan.
Como su ración de comida, posiblemente dátiles y un pellejo, como recipiente para el agua.
Nos dirigimos al Golfo de Tadjura, donde haremos acampada junto al mar, donde nos dimos un relajante baño. Antes disfrutamos de paradas por poblaciones, donde volví a disfrutar de los combinados de zumos de mango y aguacates, que ricos.
Leer más
+24