Anushka
El Monte Kinabalu con sus 4.095m de...
El Monte Kinabalu con sus 4.095m de altitud, es la montaña más alta del sureste asiático, y la montaña no volcánica más joven del mundo; nosotros desde abajo vemos una enorme roca brotando de un bosque tropical.
Ya os dije que pertenece al exuberante Parque Natural Kinabalu (clasificado por la Unesco patrimonio de la humanidad), por lo que el primer día de ascenso tiene un marco espectacular (lo que hace que la dificultad del viaje sea más llevadera). Como no teníamos nada más que hacer, después de bucear nos decidimos a acompañar a Floyd en su excursión al Monte.
El punto de partida está a 1524m. De altitud (es donde se reúnen los visitantes del Parque), aquí localizaremos a nuestro guía.
Nada más empezar íbamos con muchas ganas, el trayecto comienza en un camino que se va empinando poco a poco; la gente ya nos decía “tranquilos, no corráis, es mejor un ritmo constante para no cansarse tanto. Efectivamente, la cosa solo se va poniendo más y más cuesta arriba según avanzamos.
Hace mucho calor cuando comenzamos a subir, pero enseguida las lluvias tropicales hacen aparición y no quieren abandonar la escena,…que le vamos a hacer? Por lo menos refresca algo (cuanto más subimos, más frío hace; hasta que acaba haciendo un frío de “Pelotes”)
Enseguida comienzan los escalones (bueno, peldaños hechos sobre la propia montaña con la ayuda de rocas, tablones y clavos );claro, sería imposible subir con ese barro que hay casi todo el trayecto (ya es chungo no escurrirse con peldaños, sin ellos sería una risa), a cada paso, los escalones se vuelven más y más empinados y la subida se va poniendo interesante.
Hay una especie de casetilla cada pocos kilómetros (que haya paradas constantes está bien, te animan a no parar hasta la siguiente; o por el contrario te recuerda que hay que tomar un tentempié o un poco de agua (hay que subirlo todo, claro, hasta que lleguemos al lugar donde dormiremos no hay “Ná de ná”).
Según avanza el día hacia la tarde, una neblina comienza a descender montaña abajo y a la par que se va llevando la luz del día, también parece ir llevándose nuestra energía, nuestras razones para subir, nuestras fuerzas y hasta nuestro habla.
El bosque oscurecido comienza a ser un lugar más desapacible, frío y húmedo; la misma lluvia que oigo golpear las hojas de los árboles, golpea ahora mi cabeza empapada, el cansancio, los peldaños, el barro… y sólo estamos a poco más de la mitad de camino del primer día.
De repente, oigo a alguien subiendo , y mientras fumamos unas caladas a un pitillo (aquí no apetece fumar mucho, que luego lo pagas…), veo a una mujer que ronda los 55-60 años, subiendo a paso ligero, con un fardo GIGANTE sobre su cabeza, justo cuando yo me preguntaba, ¿podré hacerlo?. Joder!, claro, si la mujer puede con tó lo que lleva sobre la cabeza, yo puedo.
Esto me devuelve parte de las fuerzas perdidas con la escapada del sol y me lleva, tras mucho, mucho esfuerzo , hasta alcanzar el albergue, nuestra primera etapa concluida, aquí recuperaremos fuerzas.
Y aquí os dejo hoy, que me he cansado solo de recordarlo.
Otro día hacemos cumbre.
Llegamos al refugio cuando ya era de noche, con todo el cuerpo molido, después de la subida. Tengo hambre, pero estoy Taaaaaaaaaaaaaan cansada, que no me apetece ni cenar; sobre todo, al enterarme de la hora de salida del día siguiente…nos dice el guía que lo suyo, lo más normal, es salir a las 2:30-2:45 de la madrugada, para hacer cumbre amaneciendo, que es espectacular… en ese momento, lo único que quiero (además de coger al guía por el cuello), es, que mis piernas sean capaces de llevarme hasta el cuarto y meterme en la cama a descansar.
Suena un despertador, y abro los ojos para comprobar que sigue siendo noche cerrada, joder! Qué duro se hace salir de la cama; pero enseguida mis colegas se ponen en pie, y yo con ellos.
Parece que la cima está cada vez más cerca, ya se acabó la exuberante vegetación, el calor, el barro; la roca es de ahora en adelante nuestro suelo. También han desparecido los escalones, en lugar de eso, tenemos en algunos tramos cuerda fijada a la roca, para poder ascender fácilmente (bueno, es un decir, así se evita la necesidad de equipo profesional, que de fácil, ná).
Es importante llevar ropa de abrigo, aunque desde abajo parece increíble, arriba hace mucho frío.
A pesar de tener la cima ya tan cerca, resulta desesperante (a mi me lo pareció, pero también era la primera vez que subía una montaña tan alta); pues como decía, resulta desesperante que cada paso cueste un mundo. Te falta el oxigeno, las piernas (bueno, el cuerpo en general) están cansadas, tienes sueño y es de noche, “Un completo”, que decimos en mi barrio.
Pero sigues, das un paso tras otro, y acabas llegando hasta el final. Y de repente, según estamos allí sentados, unos tímidos rayos empiezan a mostrarnos la silueta de la bestia sobre la que estamos, reflejada sobre el valle; y poco a poco los colores empiezan a brillar frente a nuestros ojos, y es cómo si el mundo volviera a la vida, y entonces sientes que has sido capaz de hacer un gran esfuerzo para contemplar el mundo desde ese punto y realmente, ha valido la pena llegar hasta la cumbre.
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