Roberto Gonzalez
La larga espera
Dos generaciones tuvieron que pasar y esperar a que la preciosa catedral de Chur se diera por finalizada, ya que sus cimientos se pusieron en 1150 y no se culminó hasta 1272. Pero más hubo que aguardar para ver terminada la torre que en 1600 se coronó con una perfecta cubierta barroca. Recién renovada, se la considera uno de los monumentos culturales más importantes de Suiza.
La catedral de la Asunción parece querer estar siempre apartada del bullicio, mantenerse embebida en ese ambiente medieval que aparentemente envuelve a la ciudad. Por eso está en lo más alto de la colina que un día ocupo una fortificación romana.
Al llegar a ella, un pequeño jardín, lleno de lápidas y tumbas de obispos precede a la entrada principal, que al permanecer cerrada la mayor parte del tiempo, nos obliga a entrar al templo por un lateral, por una pequeña puerta custodiada por más lápidas de hombres ilustres.
Quizá por eso tiene ese aire severo y duro, pero por dentro es como una caja de bombones, que llama nuestra mirada sin cesar para que apreciemos cada pequeño detalle, como los capiteles románicos ricamente adornados, los retablos de Durero o las losas sepulcrales, encantadoramente tétricas de las naves laterales.
Paseando por el interior admiramos el maravilloso altar mayor de madera tallada y policromada, a todo lo largo y ancho del templo, los constructores crearon capiteles con figuras e imágenes de apóstoles casi de tamaño natural que parecen surgir de la piedra.
La catedral es más que un edificio románico y su valor es tan grande que solo pudo ser abierta de nuevo al culto después de largos años de trabajos de restauración, en el otoño de 2007. Por si fuera poco. el tesoro de la iglesia custodia objetos medievales muy antiguos y raros hechos de oro, plata y marfil.
Pero sin duda una de las estrellas del templo son los frescos de las bóvedas y la quietud y el silencio que se respira en esta fastuosa e imponente catedral de la Asunción.
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