La Enigmática Sierra Verde
Hace unos cuantos años ya Hugo García Botero encontró en un espacio escondido en la verde Bejuma. Una hacienda cafetalera que conservaba su vegetación casi completamente virgen, tiempo después decidió convertirla en una posada donde la gente no sólo sintiera comodidad, sino también encontrara un lugar de contemplación y hasta un poco de complicidad. La llegada a Sierra Verde es así de escondida, hay que salir de la carretera que pasa frente al poblado carabobeño por donde se encuentra la estación de servicio, el camino se hace angosto y hay que cruzar a la izquierda y a la derecha varias veces, hasta que al fin se llega a un modesto portón de madera que no demuestra para nada la belleza que se encuentra al recorrer unos cuantos metros. García Botero es arquitecto y por eso se las ingenió perfectamente para construir la casa y sus caminerías en “un cañón completo”. Ofrecen cinco cabañas, todas con distintos nombres pero las mismas comodidades. Hay senderos que llegan hasta los pozos y cascadas y allí, camillas para hacer masajes. Sierra Verde también es un spa. Hugo García considera que sus dos puntas de lanza son la comida y los masajes. La primera es un verdadero festín de sabores, “el chef viene de Italia y trabaja a tiempo completo con nosotros y es quien cambia constantemente el menú para no aburrir a los comensales”. La parte del spa es un mundo aparte, sobre la quebrada nace una especie de puente y sobre este se realizan las terapias con la naturaleza de fondo. La capacidad de Sierra Verde alcanza las 18 personas y las cabañas cuentan con lencería y cocina por si los huéspedes desean cocinar. Para este posadero la finca es un sueño hecho realidad, “sería una pena tener un sitio tan especial y no compartirlo con la gente, no valdría el esfuerzo por mantenerlo tan hermoso”.