Una cápsula de tiempo en la Ciudad de México
Las ancestrales voces en náhuatl se esparcen por el viento. Hombres, mujeres y niños recorren las calles al amanecer rumbo al campo, el mercado o la casa de los mayordomos para ensayar las antiguas danzas y los cantos aztecas que interpretarán en la fiesta en honor a la Señora Santa Ana, patrona del lugar. Son los antiguos ritos dedicados a Ehécatl o Tezcatlipoca, pero que hace siglos fueron adaptados a la religión católica con la conquista de México.
Desde entonces la fiesta no ha parado y cada año el pueblo entero se reúne para celebrar, al sur de la Ciudad de México, una fiesta perdida en el tiempo y el espacio. La gente se disfraza, canta, baila y come al son de la chirimia, la banda de viento y los tambores, al tiempo que agradece a la Señora Santa Ana por un año más y pide a Tonantzin, la madre tierra, un nuevo año de prosperidad.
Los preparativos para la fiesta inician desde 3 meses antes, en el mes de mayo, para el 26 de julio que comienzan los festejos, pero los ritos se extienden a lo largo de todo el año. El pueblo de Santa Ana Tlacotenco alberga una de las tradiciones más originales de las culturas del valle de México. Se encuentra en la delegación Milpa Alta, en el Distrito Federal.
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