Las fiestas patronales de San Isidro se...
Las fiestas patronales de San Isidro se celebran a finales de Junio, y tienen una tradición desde el siglo XVII, estando declaradas de Interés Turístico Nacional. No podíamos perdérnoslas, así que a primera hora del domingo día 21 nos encaminamos hacia La Orotava, pues era el "día grande". La primera dificultad fue aparcar, pues todo el pueblo estaba totalmente cortado al tráfico.
La calle principal (C/ La Carrera), por donde pasaría el desfile, estaba ya preparada con sillas plegables de madera a ambos lados de la calzada, para que la gente pudiera verlo cómodamente. Todas las fachadas de las casas de la villa mostraban sus balcones engalanados con manteles y mantones de los que colgaban pequeños aperos de labranza, barras de pan, sombreros de paja, cestos de mimbre, varas engalanadas con cintas de colores, y otros objetos relacionados con la vida del campo. Todo el pueblo se ha vestido con sus trajes regionales típicos. Todo está preparado. ¡Que comience la fiesta!
A las 11.30h de la mañana se celebró una misa tradicional canaria cantada en la Iglesia de la Concepción, en la que se hizo la tradicional ofrenda de frutos del campo a San Isidro, y los labradores de la Hermandad renovaron sus promesas. A continuación salió la procesión de los Santos Patronos, San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, hasta el Santuario de El Calvario; de camino, al llegar a la Casa de Los Balcones hubo un acto de homenaje.
Durante ese fin de semana también se celebra una Feria de Ganado.
A las 13.30h comenzó un multitudinario desfile de carros tirados por bueyes o caballos, que partió desde el barrio de Villa de Arriba hasta Villa Abajo, atravesando las principales calles de la villa. El desfile iba encabezado por las reinas de las fiestas montadas en camello. No había demasiados espectadores, ya que prácticamente todos los habitantes, adultos y niños, estaban participando en la romería. El ambiente era totalmente festivo, iban grupos cantando, bailando, tocando curiosos instrumentos realizados con objetos cotidianos (como una lata de aceite de oliva).
Me sorprendió muchísimo que cada carreta llevaba en la parte trasera una auténtica barbacoa, en la que iban asando carne, con la que invitaban a los espectadores, acompañándola de un vasito de vino. También iban repartiendo huevos cocidos, bolsas de palomitas, papas asadas... E iban comiendo ellos mismos, ya que el desfile era larguísimo y no finalizó hasta última hora de la tarde.
Fue una auténtica fiesta, si tenéis oportunidad no os la perdáis porque merece mucho la pena.
Me recordó mucho a las fiestas de San Froilán de León, en las que hay un Desfile de Carros Engalanados.
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