La Roca de San Patricio
Es impresionante verla desde lejos, casi tanto como tocarla cuando has llegado a la cima de la roca donde se asienta. Impresiona imaginarla en su época de esplendor, cuando sus recias y fuertes paredes no dejaban pasar el viento ni la lluvia, como ahora, sino que daban cobijo a sus habitantes y serenidad a sus peregrinos.
Dejemos nuestro vehículo al pie del promontorio y subamos la pequeña cuesta que lleva a la entrada. Pasemos por recepción y de golpe nos encontraremos de vuelta al pasado, en la sala del Coro que nos muestra orgullosa un pequeño museo con la consabida cruz de San Patricio en cuya base juraban su mandato los reyes de Munster (la original salvada de la humedad irlandesa ya que su lugar en la explanada lo ocupa hoy una copia), bajorrelieves medievales y una muestra de la riqueza de los ornamentos litúrgicos que se han conservado y salvado del paso del tiempo. Un poco más adelante encontramos una reproducción de varias estancias medievales, que pretenden y consiguen ambientarnos en la época de gloria de la fortaleza.