Ribadavia

Ribadavia, cuna del vino Ribeiro, conserva la esencia de la villa medieval que fué, pudiendo pasear hoy por el barrio judio y contemplar el río Avia o el Miño desde alguno de sus miradores.

Sin duda, al llegar, lo más visible son los restos recuperados del Castillo de los Condes de Ribadavia, pero no lejos de allí se encuentra el importante conjunto monumental que forman la iglesia, exponente del gótico mendicante gallego y el Convento de Santo Domingo, dedicado a residencia de ancianos, así como el Santuario de Nuestra Señora del Portal que conserva una fachada neoclásica.

A escasa distancia del castillo está la Plaza Mayor, destacando en ella el Pazo barroco de los Condes de Ribadavia, del siglo XVII, actual sede de la Oficina de Turismo y del Centro Sefardí. En ella todavía existe un patio que comunica con el castillo. Asimismo es relevante la fahada neoclásica del Ayuntamiento y la Torre del reloj con un curioso campanario de hierro forjado.

La bonanza de la tierra y sus míticos vinos, que durante siglos fueran los preferidos de la nobleza europea, convirtieron a Ribadavia en una villa no sólo próspera y bella, sino culta, abierta y de buen vivir. Esas cualidades atrajeron a partir del siglo XI a numerosos hebreos. La aljama de la deliciosa ciudad que mira el dulce correr del Avia creció hasta contar con 1500 moradores a mediados del siglo XIV. Tan grande era la colonia que todos los pobladores de Ribadavia eran llamados indistintamente ‘rabudos’ o ‘xudeus’. En 1386 el barrio judío fue destruido, sin embargo muchos sefardíes lograron permanecer en la villa, escapar a la Inquisición y hasta detentar importantes cargos de nobleza. Lo interesante es que durante siglos judíos y cristianos vivieron en Ribadavia en total fraternidad, dejando de lado las diferencias religiosas para conformar un solo pueblo y defender intereses comunes. Hoy Ribadavia, además de ser un conjunto arquitectónico valiosísimo, con espléndidas muestras románicas, góticas y barrocas, cuenta con la judería mejor conservada de Galicia.

De camino a Pontevedra, tras pasar una mañana por la Ribera Sacra, paramos en Ribadavia para visitar esta monumental ciudad, un rincón lleno de historia que rebosa por sus antiguas calles, ya que fue sede del antiguo reino de Galicia y es la capital del vino de la Comarca do Ribeiro.

Me gustó este pueblo, sería más interesante si lo visitáramos el día de la fiesta de la reconquista, así la visita al castillo sería un punto más a favor para esta visita.

Pueblo increíble con un casco antiguo precioso y la parte judía en un estado de conservación muy Bueno. En agosto celebran la fiesta de la historia donde todo el pueblo tiene que disfrazase y cambiar los euros por moneda de la época

Un día espectacular conociendo los mejores vinos blancos del Ribeiro....con familia y amigos una experiencia fantástica que hay siempre en el primer fin de semana de mayo....