Un coqueto paraíso del risotto
Ambiente muy coqueto, íntimo, decorado con mucho gusto, con todos los detalles muy cuidados, tanto a nivel de mantelería como puesta en escena general de la mesa, y también del local, impoluto, impecable.
Complementa todo este perfecto entorno y ambiente una comida de mucha calidad, con especial atención a los platos de pasta y risottos, su auténtica especialidad ya que ofrecen 23 tipos, uno de los pocos platos que los milaneses consideran como suyos. Dispone de una carta muy extensa de vinos italianos, tanto blancos como rossos.
Empezamos con un plato de salchichón típico italiano, cortado muy finito, para compartir, y a continuación, degustamos un hojaldre relleno de castañas acompañado de una salsa de queso, plato diferente, una grata sorpresa. Nos ponen en la mesa un gran plato con 3 huecos bien diferenciados, 2 de ellos rellenos con dos tipos de risottos; uno de color amarillo, en apariencia similar a la paella, pero no de sabor, algo más picante, con alguna especia, pero rico; el otro, un risotto más clásico, con arroz blanco con setas salteadas y queso muy cremoso, simplemente delicioso.
El tercer hueco, para servirse uno mismo de un bol con otro risotto especial que sacan al centro de la mesa, de color bastante rojo, pero no lleva tomate, con mucho queso y bastante picante, la clave está en el pepperoni; llena y calienta la boca que no veas (a algunos les puede parecer muy fuerte), pero está delicioso, sin duda el risotto más diferente que he probado en mi vida, muy sabroso, con una fuerte personalidad llamada pepperoni.
La trucha asalmonada que comen algunos de mis compañeros tiene muy buena pinta, así como el sencillo pero gratificante plato de carne que degusto, 'tagliata di cotoletta con pomodori', una especie de entrecot muy tierno, bien acompañado por trocitos de tomate.
De postre, por partida doble: empezamos con 'Mousse alla Nocciola', una copa de mousse de avellana con nata y base de especie de natilla, muy dulce; seguimos con otro postre que denominan "bocados de Carnaval", muy típico de dicha época, hojaldre casero hueco con mucho azúcar glas. No soy muy de dulces, pero quizás un poco "cargantes" los dos postres, también hay que decir que estaba bastante lleno a esas alturas de la cena.
Tuve la suerte de ser invitado, pero a buen seguro, en este sitio tan chulo hay que frotarse, y bien, la cartera, ya que estamos en Milán, y en un sitio bastante exclusivo, con una cocina 100% italiana, pero muy elaborada. Sitio perfecto para compartir una velada íntima, en pareja, en torno a la buena gastronomía, y sin duda, donde es necesario animarse y dejarse llevar por la magia del risotto, la auténtica especialidad de la casa, ya que cocinan, ni más ni menos que 23 especialidades.
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