Para alternar el Plov y el Shashlik
Cuando se llevan varias semanas viajando por Uzbekistán, se echa en falta por ejemplo: un buen café, una rica pasta, un postre que no sepa tan "extranjero", en definitiva, comida occidental. Soy de las que cuando viaja me encanta disfrutar de la gastronomía, pero el hecho de ser no-consumidora de carne me supone a veces grandísimos desafíos. De ahí que tras unos días en Uzbekistán, añorase tanto la comida "de toda la vida". Llegué al Café Sunduk por la Lonely Planet, que muy acertadamente lo recomienda. Emplazado en un bonito barrio entre residencial y de oficinas, no lejos de la Iglesia Protestante, el Café Sunduk pasa desapercibido por fuera, pero cuando entras, te das cuenta de que allí han querido hacer algo diferente, con un gusto muy refinado, la estética está cuidadísima y la comida no menos. En un precioso menú artesanal escrito a mano te encuentras desde pancakes dulces o salados, tortillas con verduras, pasta con diferentes salsas, un riquísimo puré de patatas, sándwiches increíbles, carne -no sé cómo estaba porque no la como, pero seguro que buenísima- y un exquisito té negro que está "de muerte" con el Honey Pie cake. Todo a precios muy asequibles y con un servicio muy atento.