Patricia Martínez
Restaurante La Rinconada
Quisimos tomar un vino mientras dábamos de comer el puré a nuestro hijo, algo en lo que tardamos unos diez minutos. Durante todo ese tiempo, malas caras, malas miradas, comentarios y protestas en voz alta humillándonos frente al resto de clientes, que literalmente alucinaban, quejas por tener que retirar dos servicios de la mesa, etc.
Fue inenarrable la falta de tacto, profesionalidad y discreción de estas personas que nos trataron tan despectivamente por dar de comer a nuestro hijo mientras hacíamos gasto a la una de la tarde. Incomprensible, vejatorio, un servicio de barra caro y poco adecuado...
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