El lugar es para imaginárselo. Y si se ...
El lugar es para imaginárselo. Y si se puede vivirlo. Se accede al salón, no sin antes quedarse unos momentos contemplando el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario erguido en lo que alguna vez fueron silos para guardar granos, y que está casi anexo a al restaurante.
A Davis se accede sorteando a los comensales que decidieron aprovechar la brisa que viene del Río Paraná, contiguo, y refugiarse del sol bajo amplias sombrillas.
En el salón, madera por doquier lo dota de una calidez sobrecogedora, puede el comensal disfrutar de un menú de cocina internacional y degustar unos vinos tintos, de buen cuerpo, como el Sirah de bodegas Callia.
A través de los inmensos ventanales que dan al río puede contemplarse el paso de los inmensos barcos, de distintas banderas, que circulan con miles de toneladas de soja o de maíz que cargaron en el Puerto de Rosario. El microclima y la atención de los mozos no podría ser mejor. Si va a la Argentina lléguese a Rosario. Y permítase los excesos de un buen postre en Davis.