Mucho más que un restaurante
¿Sabes ésa sensación que tienes cuando después de haber pasado un buen rato charlando con amigos compartís una comida genial que corona el día?
Algo parecido es comer en Lezaun, que no es ni de lejos lo único que puedes hacer allí.
Nuestra visita tuvo un paseo en calesa por los viñedos de las bodegas, viñedos orgánicos que ocupan una extensión enorme de terreno y entre los cuales tuvimos un momentito para hacer una parada, verlos con calma, y después probar el vino que dan. Hacer una paradita bajo la sombra de un árbol a probar un vinito mientras te cuentan la dedicación que han puesto en que sea un vino genial es un momentazo.
La vuelta es algo más rápida y también divertida, y el entorno precioso, hicimos varias paradas para hacer algunas fotos.
Al llegar de nuevo a las bodegas nos enseñaron las barricas donde tienen el vino y las barricas originales en las que lo tenían tiempo atrás, está en una zona antiquísima de la bodega. que hay que mantener cerrada para que la temperatura no varíe, la típica puerta que los abuelos te dicen que no toques.
Y después de todo esto tocaba comer, platos espectaculares donde destaco la carne, jugosa, tierna, una auténtica pasada, con vinos de la casa por supuesto, y con una atención genial.
Una experiencia que hay que disfrutar como sus vinos, con calma, saboreándola y quedándote con los pequeños detalles. Una experiencia muy de slow travel que me encantó.
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