El Viajero
La última vez que estuvimos en Ronda ...
La última vez que estuvimos en Ronda fue el pasado sábado. A mediodía estábamos en el centro histórico, en la plaza Duquesa de Parcent, por lo que decidimos comer allí mismo.
Justo en la entrada de la plaza hay un rincón con mucho encanto. Allí nos encaminamos y pasamos de sentarnos en la terraza exterior. Estaba llena de guiris y hacía mucha calor a pesar de los parasoles existentes.
El edificio era el antiguo alminar de la mezquita mayor, posteriormente utilizado como palacio nobiliario. Tiene tres plantas, con un patio central con arcadas de medio punto. Están comunicadas por escaleras y un ascensor, curiosamente decorado.
A la planta inferior se puede acceder desde la calle Armiñán, tiene capacidad para 150 comensales. En la planta primera hay una serie de nesas, los servicios, la cafetería y un salón para otros 150 comensales. En la planta segunda hay un salón con capacidad para 200 personas.
Desde la plaza se accede directamente a la cafetería. Se está mucho más fresco dentro que fuera y elegimos como mesa una de las que daban al barandal del patio. El servicio es amable y rápido. La cocina es creativa con raíces andaluzas, digamos que son los platos tradicionales de esta tierra pero con algunas innovaciones. Aunque es comida creativa no es escasa.
Tomamos un lomo con una salsa especial del cocinero, gazpachos y rosada al adobo. De postre pudding con pasas y diversas cremas. Nos costó 25 euros.
El lugar es muy bonito, muy típico el interior y los detalles muy cuidados. La estructura medieval se reforzaba con cuadros de época. Es un magnífico rincón, en todo el centro, fresco, bonito y con buena cocina.
Desde la plaza se accede directamente a la cafetería. Se está mucho más fresco dentro que fuera y elegimos como mesa una de las que daban al barandal del patio. El servicio es amable y rápido. La cocina es creativa con raíces andaluzas, digamos que son los platos tradicionales de esta tierra pero con algunas innovaciones. Aunque es comida creativa no es escasa.
Tomamos un lomo con una salsa especial del cocinero, gazpachos y rosada al adobo. De postre pudding con pasas y diversas cremas. Nos costó 25 euros.
El lugar es muy bonito, muy típico el interior y los detalles muy cuidados. La estructura medieval se reforzaba con cuadros de época. Es un magnífico rincón, en todo el centro, fresco, bonito y con buena cocina.
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