Simplemente increíble... un remanso de paz y naturaleza
La reserva natural de Marasha está situada cerca de la frontera fluvial entre Colombia y Perú. Se accede a ella en lancha desde el Amazonas, para continuar a pie durante aproximadamente una hora a través de la selva. Esta caminata, lejos de hacerse pesada, nos permitió contemplar la gran belleza de un paraje apenas afectado por el hombre, y en el trayecto nos encontramos con una variada fauna que el amabilísimo responsable nos iba presentando.
Caminando llegamos al ecohotel que era nuestro destino; imposible describirlo solo con palabras, se puede ver en alguna de las fotos que acompañan a este texto. No nos engañemos, la comodidad no era su fuerte... Duermes prácticamente en el suelo y los baños y duchas no son más que un agujero en unas tablas con una cortina por puertas. Pero quien quiere comodidad se va a un hotel de lujo, no a la selva amazónica. Y sin duda, compensa, y con creces. El ecohotel está distribuido en cabañitas de madera con varias habitaciones y conectadas por pasarelas entre ellas y con el baño y el comedor comunal. En él se sirven los desayunos, comidas y cenas. Respecto a estos servicios, están francamente bien, teniendo en cuenta que no es fácil ofrecer una gran variedad cuando te encuentras en medio de la selva y a una hora a pie de cualquier vía de comunicación. Además, es una gran oportunidad para conocer a los demás viajeros (allí conocimos a un chico turco y a una familia de Calicanto con los que aún conservamos amistad), y también a la fauna local. Todavía recuerdo un día en que estaba desayunando, se me acercó un tucán, se puso al lado de mi plato y se comió mis huevos revueltos! Compartir desayuno con un tucán es algo que no te pasa todos los días.