Tradición y personalidad en una auténtico pueblo pirenaico
Ansó, la capital del valle pirenaico oscense del mismo nombre es una genuina villa montañesa, con una fuerte identidad y una profusa historia. Aquí se funden las raíces aragonesas con las vasconavarras dada la vecindad con el valle de Roncal, el primero de Navarra por oriente, con el que siempre tuvo una estrecha relación comercial y cultural. Otro baremo de su autenticidad es la conservación del ansotano, la fabla aragonesa originaria de la Bal d’Anso, que se puede oír aún en todo el valle, desde Biniés hasta Zuriza.
El casco urbano de Ansó es un monumento en piedra a la vivienda rural pirenaica. Casi todos sus centenarios edificios presenta elementos propios de la arquitectura del valle, como la planta cuadrada o rectangular con dos pisos, el primero abierto a un patio central al que daban leñera, cuadra y almacenes, y el segundo dedicado al hogar y las habitaciones. Techumbres de teja plana de barro cocido y chimeneas troncocónicas completan el horizonte de una localidad que lucha porque el progreso no desdibuje sus perfiles centenarios.
