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Quito Turismo

7 opiniones sobre Quito Turismo

Vacaciones en Ecuador

Excelente

Llegamos a Quito, buscamos el lugar reservado, La cueva del oso. El taxi trepaba en ese laberinto de las calles quiteñas y la dirección parecía un enigma "Alto de la Tola, Iquique 170136 ".

El lugar era excelente, todo era casi nuevo y había de todo lo necesario y más. Golpean y es Paulina que traía provisiones para el desayuno, piña, mangos, mandarinas, bananas, papaya, pan, queso, leche, etc. Un exceso.

Acomodamos todo, nos bañamos por fin y salimos para la Plaza grande. Todo es bastante diferente a Bs.As, y muy parecido al resto de Latinoamérica andina, la población es casi toda indígena, negra o mestiza, algunos occidentalizados y otros manteniendo las costumbres ancestrales, todos muestran las consecuencias de la colonización y la influencia yanqui.


Paseamos un poco, en casi todas las iglesias te cobran bastante y no permiten sacar fotos. Cenamos en Menestras del negro, una verdadera porquería. Volvimos a la Cueva. Planificamos las visitas del día siguiente.

La catedral, muy cara la entrada, entraron Rut y Yoli, yo me quede foteando en la plaza a los diferentes personajes que pululan por el centro.

Luego subimos al bus turístico para tener un panorama de la ciudad, visitamos el mercado La Mariscal que es una sucursal de Otavalo, paseamos por El Ejido, los puestos callejeros y los vendedores ambulantes son innumerables igual que en todo Quito, subimos a la Virgen del Panecillo que esta en lo alto de la ciudad y permite una vista panorámica de Quito. Volvimos al centro y mientras sacaba fotos y buscábamos un buen café me robaron el celular, corro a decirle a un policía, pero estaba ocupado preparándose para reprimir a un grupo de personas que pedían que no prohíban las riñas de gallo porque era su fuente de ingresos, increíble. Entramos a tomar un te alucinante y volvimos a la Cueva.

Al día siguiente salimos temprano para el centro, visitamos la iglesia de la Compañía, deslumbra su lujo, es todo oro lo que reluce y me vuelvo a calentar porque sacar fotos sin flash no perjudica las obras. Obviamente saque lo mismo hasta que me echaron. Espere a las chicas y seguimos desandando las calles quiteñas hasta llegar a la iglesia de San Francisco, la plaza que precedía a la iglesia estaba inundada de palomas, como las que seguían al de Asís. Más vendedores de todo, nacional o importado, artesanal o industrial. Persiguen a los turistas, regatean, insisten, la necesidad tiene cara de hereje.

Sentados en los umbrales hay hombres y mujeres que charlan, que piden, que duermen, no hay ningún lugar donde haya poca gente. Entramos a San Francisco y si bien no llega al brillo que ostentaba la anterior no queda muy lejos. Quedamos entre la admiración y la bronca frente a ese lujo, pero si pudimos sacar fotos. Salimos y al lado hay dos iglesias más, no entiendo para que 3 en la misma cuadra.

Seguimos caminando y nos encontramos con una casa de más de 100 años que fue reciclada y transformada en un hotel de lujo, nos permiten entrar y el lujo deslumbra. De ahí cruzamos a la Casa del Alabado que tiene una hermosa colección precolombina de distintas épocas, compramos el libro y volvimos a la Plaza Grande, visitamos el Laboratorio del chocolate, evidentemente ocupa un lugar importante en la alimentación y en el comercio de este pueblo. Fuimos a almorzar a la Casa del Obispado que tiene una construcción espectacular.

Luego vino un plato fuerte, la Capilla del hombre y la Casa Museo de Guayasamin. Volví x segunda vez y me sigue conmoviendo como la primera. Hicimos el recorrido con guía y se aprecia mucho más. Un espacio imponente pensado hasta los mínimos detalles, lamentable que no pudo verlo terminado. Es un museo pensado especialmente para mostrar la vida del hombre durante el siglo XX. Hay cuadros sobre Vietnam, Lidice, Los condenados de la tierra, los dictadores, las dictaduras y como opuesto uno sobre la familia, la ternura, 2 sobre la meditación que deberíamos hacer para vivir en un mundo mejor, sin violencia, más equitativo, menos sufrimiento, sin guerras, etc. Fueron los ítems que lo desvelaron toda su vida.

Luego pasamos a la casa y taller donde vivió solo los últimos 20 años de su vida. La casa es espectacular, de grandes dimensiones, con una vista de Quito que lo ayudo a inspirarse. Contiene una colección de arte precolombino que envidia cualquier museo, una colección de arte religioso y por ultimo su taller que está dispuesto como si fuera a volver. De ahí pegamos la vuelta a la Cueva del oso.

Llego el jueves, caminamos escaleras abajo hasta la Terminal Marín buscando la calle Junín, nos encontramos con la iglesia de San Marco, cerrada, el museo de Manuela Sáenz cerrado, el museo de acuarela y dibujo cerrado, una casa muy antigua de estudios sociales, donde el piso para impresión de los turistas atentos tiene hileras de huesos de animales que separan las baldosas.

Pasamos por el Café de los milagros, por el bar Dios no muere, todo muy místico pero cerrado, O sea Dios te ayuda pero acá no.

Es increíble que una ciudad tan turística haga propaganda de lugares que no se pueden visitar. Me paso en muchísimos lugares de Latinoamérica, no se puede ser tan contradictorio. Seguimos caminando, encontramos La guaragua, el Monasterio de Santa Catalina, también cerrados y terminamos el tour. Las chicas fueron al mercado central. Nos mudamos al hotel Ambassador en La mariscal, un barrio plano, moderno, distinto marco, pero vendedores ambulantes por doquier que se nota que es la manera de sobrevivir más común, porque el empleo está más precarizado que en Argentina. El hotel es antiguo y muy bonito, las personas que nos atienden nos hablan como con miedo, cualquier cosa que preguntamos no saben contestarla, supongo que por timidez. Parecen esclavos, averiguamos y no nos equivocamos por mucho, xej antes lavaban la ropa con máquinas, pero el dueño decidió venderlas porque a sus empleadas que trabajan de cocineras, camareras y mucamas ,les queda tiempo libre, por lo tanto en ese tiempo pueden lavar la ropa a mano en unos piletones de cemento, indignante.

Hoy martes nos vamos a conocer La Floresta, un barrio vecino, clase media alta, de edificios altos, colegios privados y avenidas anchas de un Quito más moderno. Es muy bonita la zona de casas bajas de diferentes estilos, con muchas flores que embellecen las calles. Hay una cinemateca que es un centro cultural además de dar buenas, viejas y nuevas películas, bonitos bares y otros lugares de interés que para variar están cerrados.

Fuimos a Otavalo y otros lugares de la excursión que contratamos en la oficina de Turismo frente a la Plaza Grande
Otra excursión que vale la pena es la de la mitad del mundo y desde ahí seguir a Mindo una reserva natural muy interesante.
Todo es bárbaro salvo la altura que afecta bastante.
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