El arco del tiempo
He visto muchos puentes a lo largo de mis viajes. Grandes puentes urbanos, pequeños puentecillos que cruzan riachuelos en el campo, hechos de piedra o de metal, cubiertos o abiertos a los elementos; pero ninguno une la espectacularidad de su arquitectura con el perfecto telón de fondo de su paisaje de manera tan perfectas como éste de Friburgo.
Construido en 1720, sustituye a uno anterior (cubierto y de madera, como otros de tanta fama en Suiza) y tiene 4 grandes arcos de 10 metros de altura que ocupan casi la totalidad de sus 70 metros de largo.
Cruzarlo por arriba es una experiencia deliciosa, ya que nos permite contemplar una de las mejores vistas sobre la ciudad, pero pasar bajo sus arcos tiene también el aliciente de encararnos con la alta pared de piedra que parece colgar sobre nosotros y donde se encuentra una pequeña y muy curiosa central hidroeléctrica de principios de siglo.