Entre dos mundos
Seguimos recorriendo la agreste y semidesolada península de Reykjanes para descubrir nuevos rincones con los que completar nuestro viaje a Islandia.
En esta ocasión, y tras dejar atrás varias fábricas abandonadas, otras que aún funcionan y sobre todo varios santuarios de aves marinas, que gracias a que esta lengua de tierra permanece casi virgen, siguen dando cobijo a multitud de especies que pueblan la costa de la isla, llegamos a uno de los lugares más curiosos de esta zona. Tras aparcar el coche nos acercamos a un puente que cruza un río de arena volcánica negra que sirve de unión entre la placa tectónica americana y la europea. El punto que separa o une el este del oeste. Las placas se separan a razón de 2 centímetros cada año y es lugar de frecuentes terremotos y corrimientos de tierra y se dice que este punto de Islandia y dos que se encuentran en el este de África son los únicos lugares donde podemos observar este fenómeno a nivel de superficie.