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Pueblo de San Juan Chamula

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1 opinión sobre Pueblo de San Juan Chamula

Si la visita de San Cristobal de las...

Si la visita de San Cristobal de las Casas no os dejará indiferentes por su historia, por su revolución y por su romanticismo, el pueblo de San Juan Chamula no se quedará corto, por lo que una excursión a visitarlo no es sólo recomendable sino imprescindible. Tras recorrer 10 km en su mayoría de subida, llegamos a este pueblo ubicado en un valle entre montañas donde sus casitas se desperdigan por todo el paisaje.
El pueblo es peculiar por varias cosas. Primero por sus gentes, los chamulas, de etnia tzotzil, son unos indígenas que siempre han defendido su independencia con gran fiereza, así lo demostraron antiguamente a los españoles y actualmente al gobierno mexicano, por lo que tienen un jefe propio y policía autoctona. En la actualidad su población es de unos 40000 chamulas contando el pueblo y alrededores.

Estos bravos indios son muy religiosos y la mezcla de estas dos aptitudes hace que el turista deba tomar unas precauciones para que la visita a San Juan Chamula acabe sin incidentes no deseados. Está terminantemente prohibido filmar o fotografiar sus ritos o procesiones religiosas así como el interior de sus iglesias. Si lo haces corres el riesgo de que peligre tu integridad física. Esto también era extendible a que se les fotografiase sus personas pero en la actualidad han aprendido muy bien lo que son los derechos de imagen y se dejan retratar por unos cuantos pesos. En el pueblo vecino de Zinacantán están totalmente prohibidas las cámaras fotográficas. El que no acate sus normas se arriesga a que le rompan la cámara. A un viajero, que estaba recorriendo el continente desde la patagonia sudamericana, le quitaron todas las cintas de vídeo que tenía por haber filmado una de sus procesiones. También queda todavía como recuerdo un gran coche calcinado que quemaron en 1994 a un gringo que no respetó las normas, el desgraciado se fue corriendo a San Cristóbal llorando desconsoladamente. De todas formas en el pasado era peor llegando a asesinar al osado.
También son interesantes la cruz maya, la antigua iglesia y el cementerio.
Un paseo por el pueblo y su plaza nos lleva a la iglesia, que para mí es la joya de la corona y
es el templo más sagrado de los chamulas. Típicamente colonial, de su fachada resalta un gran arco de medio punto con arquivoltas y jambas azules adornadas con cruces y círculos amarillos y blancos respectivamente. Lo atravesamos y accedemos al interior de la iglesia, parece que hayamos entrado en un mundo ultraterreno. La oscuridad te envuelve, el ambiente está cargado de nubes de incienso, el suelo cubierto de millares de hojas de pino que forman una alfombra vegetal. Innumerables velas dispuestas ordenadamente por módulos, cada uno con un feligrés o con su familia entera, sentados o estirados mirando al suelo e invocando oraciones y cánticos en lengua maya. Esas voces indescifrables se convierten en repetitivos ecos que acompañan la escena todo el rato, recuerda a las oraciones de los monjes tibetanos. Por el suelo te encuentras gallinas degolladas y huevos a modo de ofrendas, también botellas de Coca-cola o Fanta o cualquier cosa que produzca gases que utilizan para eructar y de esta manera hacer salir los malos espíritus que puedan llevar dentro de su cuerpo. Antiguamente hacían un brebaje que les producía eructos pero ahora les parece más fácil y eficaz éstas bebidas gringas. En las paredes se alinean diferentes santos cada uno encerrado en su vitrina y siempre con un creyente orándole, algunos parece que le cuenten su vida, gesticulando e incluso llorando. Había un hombre agarrando la mano a su mujer y a su niño pequeño, los tres arrodillados y no paraban de implorarle cosas al Santo del que eran devotos. Al final de la iglesia vemos ocho santos apilados unos junto a otros y sin vitrinas que los protegiesen. Pepe nos informa que son de los santos de la otra iglesia que sucumbió en el terremoto y que estaban aquí de esta manera como castigo por no haberla protegido.
Estuvimos un buen rato dentro de la iglesia, todo el grupo disperso investigando las curiosidades de su interior o sentados por cualquier rincón, ya que no había bancos, y contemplando boquiabiertos todo aquél espectáculo que teníamos delante. Al salir te ciega la claridad del exterior y te preguntas si has hecho un viaje a otra dimensión. Puedo decir que he estado en muchas iglesias, ermitas, mezquitas, templos hindúes y budistas pero ninguno me impresionó tanto como aquella pequeña iglesia de San Juan Chamula.
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Información Pueblo de San Juan Chamula