Marcos Paradinas
500 años de historia
Vaya por delante mi personal romance con Ávila, así que la objetividad puede quedarse al margen. Creo que no miento si digo que es una de las ciudades más bellas de España, lo que ya es decir mucho de un país que tiene lugares como Toledo, Segovia, San Sebastián, Sevilla...
Y decir algo positivo de las procesiones de Semana Santa en España es caer en el tópico, pero hay que reconocer que la Procesión de los Pasos de Ávila es todo un emblema, al menos porque se lleva realizando desde 1540 ininterrumpidamente y por la cantidad de pasos que salen a la calle: Santa Cruz, Santa Cena, La Oración en Huerto, El Prendimiento, Cristo Amarrado a la Columna, La Caída, La Santa Faz, La Tercera Palabra y Santísimo Cristo de los Ajusticiados.
Eso sí, hay que armarse de paciencia porque dura mucho y suele empezar con retraso. Pero merece la pena disfrutar de ese silencio sepulcral, roto por los tambores de la banda municipal. Sobrecogerse con los cofrades que realizan la procesión descalzos, aguantando la lluvia y el empedrado característico de Ávila, que si destroza las motos no sé yo qué hará con los pinreles del personal.
Sin embargo, en nuestro caso la procesión acabó pronto, porque como es típico en Semana Santa (y más si hablamos de Ávila) la lluvia se presentó fiel a su cita. El público huyó en desbandada, pero al menos la situación nos dio la oportunidad de recorrer por fuera la muralla, mientras íbamos encontrando bajo las puertas a las imágenes refugiadas.
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