Claudia Rodríguez
Una experiencia imprescindible en Luang Prabang
Al amanecer de todos los días del año, los monjes de Luang Prabang salen de sus monasterios para cumplir con una tradición que lleva siglos respetándose. Los monjes se desplazan lentamente, casi sin apenas hacer ruido para recoger las ofrendas que sus vecinos les hacen, para así demostrar sus votos de pobreza y humildad. Los donantes ganan mediante el acto de dar méritos frente a Buda.
El sonido de unos tambores inicia la procesión. Mujeres y hombres sentados sobre una alfombra blanca en el suelo de las calles de Luang Prabang introducen en la limosnera de los monjes en perfecto silencio. Éstos, tras unos minutos caminando, vuelven a su templo donde realizarán las ofrendas y comenzarán los preparativos del nuevo día.
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