Portnahaven

Posiblemente, esta villa sea una de las más pinturescas de toda la isla. Oficialmente constituida en el siglo XIX en lo que anteriormente fue un poblado pesquero y esto no fue por casualidad. El pueblo se expande y desarrolla en lo que compone una bahía natural, en donde se encuentra el puerto del pueblo.

En uno de los extremos de la bahía encontramos el faro, uno de los más expectaculares de toda la zona y que marca una línea en el horizonte separando el bravo mar externo, de las tranquilas agua de la bahía del pueblo. Pero este cambio de aguas y ambiente es mejor dejarla en manos de expertos en la materia, las focas grises que allí retozan y descansan tranquilamente.

Realmente fue esta bahía natural, que conforma un acantilado la que originó el pueblo, como refugio natural de lo que se puede formar en el mar cuando el tiempo empeora en este rincón del mundo, en donde la cosa se puede poner muy fea (cosa que suele pasar cada dos o tres días). Basta con mirar un poco el horizonte para tener la impresión de que existen dos niveles diferentes de agua. Una pasada.

Vistas preciosas al faro y al mar, pero tras llegar y pasar un rato apreciando las vistas, por lo general veremos un grupo de personas mirando a un punto fijo. Tras hacer lo mismo, nos damos cuenta que la gente no mira la bahía, miran las focas grises que allí se lo pasan en grande. De forma recíproca, los más pequeños hacen lo mismo al ver las focas.