¡Cómo nos pusimos a comer cuando v...
¡Cómo nos pusimos a comer cuando visitamos a Javi, Dios!
Pod Wawelen es un restaurante en Cracovia, en el cruce de las calles Grodka, Podzamcze, Stradomska y Santa Gertrudis. Vamos, muy cerquita del castillo de Babel —del que os hablaré otro día— y en pleno centro.
Si mal no recuerdo, Javi nos llevó a cenar allí la primera noche que estuvimos en Cracovia. Dicen que los estudiantes Erasmus se saben los mejores locales de las respectivas ciudades en las que viven y, por lo visto, éste era muy frecuentado por ellos. Se encuentra en su top five de restaurantes y, además de llevar allí a las visitas que recibieran, algún intento de impresionar a alguna joven y frágil chica polaca ha caído. Estoy seguro de ello.
Al principio, a nosotros, que íbamos en plan guarrete en cuanto a vestimenta —nos metimos un buen viaje en avión entre pecho y espalda ese mismo día, con escala en Londres incluida—, nos echó para atrás lo elegante de las vidrieras, lo espacioso del lugar y su decoración, de ambiente clásico pero muy cuidado. Pero rápidamente, el camarero, con sus bromas—digamos que tenía mucha gracia polaca— nos hizo tomar asiento y sentirnos muy cómodos, como en casa.
En el camino a nuestra mesa, vi como servían una brocheta con una pinta espectacular a otro de los comensales y, en ese momento, le juré amor eterno. ¿Tenéis en la mente cómo de contento se ponía Obélix, el galo del cómic, cuando podía comer alguno de sus deseados y suculentos jabalíes? Pues así estaba yo con mi brocheta… ¡Era más grande que yo! ¡Y qué buena estaba! Casi consigue ganarme la batalla, pero yo fui más fuerte ;-)
El restaurante, por lo que me comentaron, tiene capacidad para 120 ó 150 personas en dos plantas con una decoración muy local pero, si queréis, también podéis sentaros en la barra o reservar un pequeño salón reservado. Os doy mi palabra de que ofrecen una cocina deliciosa y un servicio muy profesional a precios muy atractivos. Sólo os digo que cenamos muy a gusto, con una mujer tocando un violín para amenizarnos la velada a unos pocos metros, por más o menos siete euros —sí, ¡sólo siete euros!— por cabeza. Con mucho lujo y sin privarnos de nada, como mandan los cánones para unas personas con tanto estilo y glamour como nosotros…