El corazón de Manresa.
Manresa es uno de los hitos modernistas y art decó de Cataluña, con un buen número de interesantes edificios como el futurista Can Jorba, sede a principios del siglo XX, de uno de los establecimientos más importantes de todo el Estado y con gran prestigio en el extranjero y que parece haber sido trasplantado desde una Gotham City imaginaria o de un Nueva York real, o las múltiples muestras de adornos y florituras que se encuentran a lo largo de las calles adyacentes al rincón que nos ocupa, la plaza de Sant Domènec.
Este espacio, adyacente al paseo de Pere III, que es una de las arterias principales y de expansión moderna de la ciudad, es el epicentro de su vida social y comercial, centro de reunión y paseos, donde disfrutar de un rato de charla o picoteo en una de las numerosas terrazas que lo pueblan y maravillarse ante joyas modernistas como el Casino, la Torre Lluviá o el Teatre Kursaal.
Aunque las dos estrellas principales de la plaza son sin duda la casa Torrents ( de la que hablaré en otro rincón ) y el pequeño pero coqueto quiosco Fius i Palá, del año 1917, que aún sigue manteniendo su función original, y que combina a la perfección la piedra, el metal, la madera y las delicadas vidrieras de colores tan al gusto de la época.
El espacio es bastante imponente, con unos jardines amplios y magníficamente cuidados, que invitan a sentarse y vivir el latido de una ciudad que se ha convertido en la quinta capital de Cataluña, fruto de una industrialización decimonónica que favoreció notablemente su desarrollo y prosperidad.
Gratamente sorprendido por la tranquilidad y quietud que se respira en una ciudad con tan considerable tamaño, me dispongo a guardar su recuerdo en el archivo de lugares a los que regresar.


