En primer plano las playas doradas, en un segundo las tranquilas aguas del Atlántico y al fondo la belleza del sol en el crepúsculo. Un espectáculo que difícilmente se puede olvidar si se tiene un mínimo de sensibilidad.
En general las playas de Tánger no son las más bonitas de Marruecos, pero son aceptables para relajarse dando un paseo cerca del mar o tomar unas tapas en algún chiringuito cercano durante el verano.
La arena no está sucia, y normalmente se suelen ver a niños jugando al fútbol, algunos bañistas (sobre todo occidentales en verano) y gente paseando. Las mejores y más bonitas playas son las que hay saliendo de la ciudad hacia el oeste, camino a cabo Spartel.
Algunas playas tienen casetas y baños habilitados para ducharse o cambiarse y servicios de hamacas o sombrillas. He oído decir que no es muy aconsejable tomar el sol en bikini, ya que es bastante posible que se sientan acosadas por las miradas de los marroquíes, para los que no es una conducta apropiada.
Un país que se disfruta con los seis sentidos, porque con cinco sentidos es insuficiente para apreciar todo lo que ofrece.
No es precisamente un rincón. Te puedes quedar sentado en la arena y observar lo que ocurre a tu alrededor. Si caminas desde el puerto hacia el este, tienes un paseo curioso asegurado.
Cada paso sobre la arena era una experiencia única. tomar el sol, sentir la brisa marítima caminar respirar aire puro me transportaba al infinito.
