Una playa nueva
La playa más emblemática de Gijón es la de San Lorenzo, pero no me gusta mucho porque está muy masificada, hay mucho oleaje y cuando sube la marea, te quedas prácticamente sin arena (salvo en la zona de la desembocadura del Piles). Ayer, aprovechando que hacía buen día y ni una nube (milagro en Asturias), cambié de playa y fui a la de Poniente.
Se encuentra en el centro de la ciudad, entre el Puerto Deportivo y el Musel, en la zona de Fomento. Es una playa nueva (de hace unos 10 años), que hicieron artificialmente. Tiene un gran arenal, y está muy resguardada por un gran espigón, por lo que el agua es una balsa, no hay olas, y no cubre hasta que no te vas bastante lejos de la arena; siempre suele ondear la bandera verde.
Dicen que tiene unos 500 metros de longitud, pero a mí me dio la sensación de que es mucho más larga. A lo largo de la playa hay un paseo marítimo muy amplio, aunque no está tan concurrido como el de San Lorenzo, donde se encuentran el Museo del Ferrocarril y el Acuario de Gijón.
El acceso a la arena de la playa se realiza desde la zona central del paseo, a través de una monumental escalinata, pero éste es el único acceso, por lo que cada vez que quieres entrar o salir, has de darte unos buenos paseos hasta llegar a este punto.
Lo malo de esta playa es que es muy ventosa, incluso se hacen campeonatos de surf, así que a pesar de que ayer hacía un día espléndido, tuvimos que acabar atrincherados contra los muros del gigantesco edificio del Talasoponiente que se haya justo al comienzo de la playa.
Había una zona con zona de juegos infantiles en la misma arena, y unas redes para jugar al volley. Tiene servicio de socorrista y salvamento en verano, pero me sorprendió que carece de cualquier tipo de servicios básicos y tan habituales en las playas del sur de España, como pasarelas de madera, aseos públicos, una caseta de vestuarios, chiringuitos o un simple quiosco donde, al menos, poder comprar una botella de agua fresca, duchas (había una sólo en toda la playa)...
Bueno sí, frente a la escalinata de acceso había una cafetería acristalada, pero hay que vestirse en condiciones para entrar en ella (la gente estaba "de domingo" tomando algo en su terraza), y junto a ésta un quiosco de helados (en el que te cobraban casi 3 € por un helado) y una cabina de aseo, cuya puerta sólo se abre con la tarjeta del ciudadano del Ayto de Gijón, así que los turistas no pueden usarlos.
En definitiva, me resultó una playa muy incómoda, a pesar de su apariencia. Eso sí, estaba muy limpia.