Cuando llegamos quedamos fascinados por este lugar, la sobriedad de la piedra le da un toque místico, de recogimiento, y ese juego de la marea que sube y baja,
Cuando llegamos quedamos fascinados por este lugar, la sobriedad de la piedra le da un toque místico, de recogimiento, y ese juego de la marea que sube y baja,
con las barcas solitarias, las calles son estrechas y siempre encuentras placetas con cruceiros y balcones adornados con muchas flores. Es un lugar que volvería a visitar.