El corazón vivo de Ciutadella
Paseando por el encantador carrer Major, con sus palacios de familias nobles y arteria de la ciudad, llegamos a la Plaça des Born marcada por un obelisco, como si de un alfiler en un mapa se tratara. Esta aguja colocada aquí en el siglo XIX, recuerda a los menorquines la entrada de los turcos a la isla en 1558, a modo de hito histórico para que nunca olviden a aquellos isleños que fueron cautivos en las lejanas tierras de Constantinopla; pero el obelisco sirve también de eje alrededor del cual gira la vida de la plaza.
Quizá el edificio más hermoso sea el Ayuntamiento, en un preciosista gótico tardío, abundante en mosaico y dorado color de piedra, además, si nos recostamos sobre el repecho que separa la plaza del puerto, sobre todo al atardecer, la vista es realmente hermosa.