Acogedor, tranquilo y tradicional, con un toque chic
En el hotel Yide pernoctamos una noche de agosto del 2012 durante un viaje de dos semanas por el norte de China y disfrutamos mucho de la estancia.
En la estación nos vino a recoger un rickshaw para llevarnos al hotel por 20 yuanes. Es recomendable si es la primera vez que visitas la ciudad para no tener que buscar el hotel con equipaje a cuestas. Cuando llegamos ante la fachada del hotel, encajada al fondo de un callejón, pensé que no iba a ser nada del otro mundo, pero estaba completamente equivocado, y es que no hay que juzgar por las apariencias. Después de registrarnos en el hotel, pasamos a uno de los patios interiores y de repente cambió todo: era un espacio tranquilo, limpio y muy cuidado, con una mesa al aire libre y varias sillas, todo hecho de ladrillos grises chinos, con varias puertas de las distintas habitaciones alrededor. Fue como viajar atrás en el tiempo o estar de repente dentro de una de esas películas históricas sobre China. Ese patio invitaba a quedarse ahí a tomar el fresco. Y es que, aunque ahora es un hotel moderno totalmente renovado, el edificio lo construyó un rico mercader en el año 1736, por lo que la historia del lugar se respira en el ambiente.