Tierra de lobos y truchas
Calzaros una buenas botas, despejar la mente, abrir todos y cada uno de los sentidos y prepararos a recorrer uno de los parajes naturales más bello, desconocido, enigmático y espectacular de nuestro país.
El Parque Natural del Lago de Sanabria y alrededores te transporta a otros tiempos, a épocas de glaciaciones, a épocas de pastoreo, a arquitectura de piedra, madera y pizarra negra, de leyendas como la del Lago y su creación gracias a la influencia milagrera de algún santo.
Rutas y sendas para perderse, lugares como la Laguna de los Peces, la cascada de Sotillo, Peña Trevinca y sus más de 2.000 metros de altitud. Así, sucesivamente, se nos abre el camino hasta toparnos con la joya del Parque, mi adorado Lago de Sanabria. Sentarse en cualquiera de sus orillas, sobre todo al amanecer o al atardecer es como una fantasía salida de un sueño. Un lago calmo, bello, sencillo, envuelto en leyendas y tristes historias de pueblos arrasados por una presa cercana. Caminar y recorrer las diferentes sendas que rodean a este impresionante mole de agua ha sido parte de mi vida, son recuerdos de mi infancia y juventud, de intensos días de verano.
Sanabria, el lago, ahora todo es un Parque Natural recorrido por la impactante, sobrecogedora y encantadora mirada de uno de los animales más bellos que pueblan nuestro mundo y actualmente en peligro de extinción: el lobo. En estas tierras han entendido de su necesidad y conservación. Caminando por las diferentes rutas y sendas de este Parque he tenido la gran suerte de contemplar a esta belleza de la naturaleza, un animal que se ha convertido en símbolo de estas tierras solitarias, por las que anduvo hasta el mismísimo Hidalgo de la Mancha.
El cañón del río Tera, cuyo cauce rellena las cristalinas aguas del lago y nutre de ricas truchas a toda la comarca. Un parque, o mucho más que eso, un estilo y una filosofía de vida, de hombres y mujeres rudos pero amables, de una naturaleza espectacular y sorprendente donde los contrastes son apreciables, y donde disfrutar de una arquitectura tradicional excelentemente conservada y le confiere, aún más, de un toque muy personal.
Cualquier época del año es perfecta para visitar este Parque Natural. Su belleza natural nos sorprende en las diferentes estaciones. En invierno la nieve nos acoge y otorga una belleza blanca y calma. La primavera y su eclosión lo llena todo de verde, de amarillo, de olores de cada una de sus plantas, de vida animal. El verano, con sus refrescantes tardes y noches, las aguas frescas del Tera y los días interminables en cualquiera de las playas del Lago y como no, la reina de las estaciones en este lugar, el otoño, árboles cargados de frutas, castaños centenarios que parecen abrazarnos, contraste de colores y serenidad, una merecida serenidad.
Si, un lugar para sentir la naturaleza como es, sencilla, bella, silenciosa. Un lugar para caminar, para descansar, para relajarnos, un lugar para captar bellas instantáneas. Y si eres amante de deportes de aventura, no te preocupes también encontrarás sorpresas para ti. Seas como seas, este Parque te sorprenderá, a mi, me tiene enamorada!. Un lugar al que si vienes una vez, te engancha, te llega al corazón y ya no puedes dejar de volver ;-))).