Un muy buen recuerdo
Los lugares no existen sin nuestra memoria, sin nuestra mirada ni nuestras vivencias... El Parque Lezama es un rincón histórico y emblemático de Buenos Aires. Está emplazado en una gran barranca que alguna vez llegó casi hasta al río, a caballo de los antiguos barrios porteños de San Telmo y Barracas.
El parque, que en el siglo XVIII fue "depósito" de negros esclavos de la Real Compañía de Filipinas y sitio donde en 1806 las milicias porteñas resistieron las primeras invasiones inglesas, es ante todo muy sugestivo. Dueño de centenarios árboles, lleno de recovecos donde las parejas se resguardan de miradas indiscretas, Lezama cuenta con zonas donde los hombres se reúnen a jugar al ajedrez y al dominó, fuentes, estatuas y un anfiteatro.
Además, sobre el costado que da a la Avenida Caseros, se emplaza el Museo Histórico Nacional. Alrededor de la plaza también existen sitios interesantes y con encanto. Dos de ellos son los tradicionales bares Británico e Hipopótamo, enfrentados en la esquina de Defensa y Brasil. Otro, la Iglesia Ortodoxa Rusa de la Santísima Trinidad, que tiene más de cien años. Sus cúpulas y torres turquesas se cuelan entre los árboles de Lezama confiriéndole al ambiente un toque de excentricidad.
Para terminar, vuelvo a las palabras con las que inicié este rincón: los lugares no existen sin nuestra memoria, sin nuestra mirada ni nuestras vivencias. Lezama tiene una particular belleza, sin embargo, para mí y para muchos argentinos es, sobre todo, el escenario donde Martín y Alejandra, los inolvidables protagonistas de Sobre Héroes y Tumbas, del escritor Ernesto Sábato, se conocieron. Aquí transcurrió buena parte de su trágica historia de amor, y es imposible no recordarla al caminar por el parque.


