Parador de Cuenca

Este hotel de 4 estrellas pertenece a la cadena Paradores y como caracteriza a esta cadena se encuentra en un edificio histórico: el antiguo convento de Dominicos de San Pablo, construido en el siglo XVI. Se encuentra a las afueras de la ciudad, frente a las famosas Casas Colgadas; para llegar hay que atravesar el puente metálico sobre la Hoz del Huécar.

Tanto el edificio como el entorno y las vistas son una auténtica maravilla. El edificio mantiene su arquitectura original, sus dependencias se disponen en torno a un claustro central que han cubierto con cristaleras para poder ser utilizado como cafetería. El hotel tiene 63 habitaciones, restaurante, bar cafetería, salas de conferencias, gimnasio, sauna, piscina exterior de temporada y cancha de tenis.

El Parador de Cuenca es, sin duda, la mejor opción para hospedarse en la ciudad si no vas con un presupuesto muy ajustado.

Situado a la orilla de la Hoz del Huécar, uno de los ríos que rodean Cuenca, es un edificio con historia, ya que fue antiguamente un convento, el de San Pablo. Además su entorno natural es inmejorable y sus vistas difícilmente igualables en la ciudad. Al encontrarse en la orilla este del río, lo que se ve a través de sus ventanas es un paisaje totalmente de postal, con las Casas Colgadas, el puente de San Pablo y toda la ciudad al fondo, además del río en primer término, claro.

Antiguo convento de San Pablo, situado junto al puente del mismo nombre, frente a las casas colgadas, es un edificio espléndido, con un claustro acristalado para el invierno y una capilla que ahora es la cafetería. Nosotros nos alojamos en una habitación superior con vistas a las casas colgadas y mereció mucho la pena, sinceramente.

Nos alojamos en una habitación superior con vistas a las casas colgadas y el puente de San Marcos y mereció la pena pagar algo mas por ello.

El enclave del parador es inmejorable y su restaurante no defraudo en absoluto.

Las mejores vistas de Cuenca, desde el Parador. Edificio espectacular que bien merece una visita, y al menos, quedarse a probar las migas del pastor. Restauración, como en todos los Paradores, magnífica.

Nos hemos alojado en el Parador, y como todos, cumple con lo deseado: un entorno agradable, trato exquisito, paz y tranquilidad. A pesar de celebrarse una boda no hemos sentido molestia alguna. Eso sí, durante la boda no hemos podido disfrutar de tomar una copa en el claustro, con la tranquilidad del agua de la fuente y el fresco de la noche. Está muy bien situado para ir a visitar el casco antiguo dando un paseo. El inconveniente que puede encontrar el viajero, es que el parking para clientes es muy reducido. Las habitaciones son muy amplias, limpias y confortables.